El pasado Jueves 16 de Marzo se realizó la charla “la oreja de Dionisio”, por Jorge Coulon integrante del grupo Inti Illimani, en ella el expositor indagó sobre las circunstancias de la creación del “Charagua” canción fundamental del ideario musical chileno, autoría de Victor Jara y el grupo Inti Illimani.
El Charagua fue la música de la televisión nacional de Chile en los años en que rol de la televisión era mostrar realidades a las cuales no tenías acceso, a diferencia de la actualidad en que modela la realidad que vives. Así inicio Jorge esta conversación para luego sumergirnos en la vida de su amigo Victor Jara, en sus humildes orígenes campesinos, de los latifundos miserables a la sombra del alcoholismo familiar y de la lucha de una madre trabajadora y cantora popular, de su llegada a una capital que lo margina por su acento de la tierra, de ese campesino desplazado que se arrimaba al Santiago de los 60. Un joven-niño que se queda huérfano y se refugia en el seminario y el servicio militar, la necesidad de un plato de comida que lo hizo monje y guerrero.
Los gregorianos del seminario, un aviso en el diario para cantar en un coro, las compañías de mimos donde se puede expresar sin recibir la discriminación de su acento, la disciplina militar, el rigor del teatro, la dirección de obras teatrales que comienzan a relatar la vida de los marginados, la guitarra, el grupo Cuncumen, la danza, Joan, etc. El torbellino de circunstancias que generan al artista, al creador, ese que llega con su sonrisa prístina una mañana a un garaje donde ensayaba el grupo Inti Illimani para decirles: “Chiquillos me encargaron la música para televisión nacional, debe ser como la fanfarrea para presentar a un rey papapáa-papapáaaaa…..”
El grupo Inti Illimani había estado recientemente en una gira cultural por Colombia, y en las tierras cafeteras descubre una sonoridad nueva: el tiple, una especie de pariente lejano del guitarrón Chileno. Fue así como el tiple encuentra su cupo en el equipaje de los Inti y llega a Chile para incorporarse indisolublemente a nuestra música, el grupo toca con el nuevo juguete, aquello que era interpretado tradicionalmente por el guitarrón, fue así como la música característica que acompaña a los payadores, se termina repitiendo y acoplando como un mantra que se extiende hasta el infinito, así surge el rasgueo base de Charagua. Visto de esta forma y luego de ser explicado por Jorge, se despierta una nueva experiencia para todos los asistentes, pese a la cientos de veces que hemos escuchado el Charagua, esta vez Jorge mueve un velo y se muestra la información encriptada por los creadores, un Charagua payado y con aires tropicales. Porque las mezclas desprejuiciadas son propias de los mundos aun por inventar, la nueva canción chilena emergió en ese espíritu, en grupos como los jóvenes Inti Illimani quienes tocaban quenas y charangos en los pasillos de la Universidad Técnica del Estado, en los años donde los instrumentos folclóricos no son aun aceptados del todo en nuestras expresiones culturales.
Jorge es egresado de ingeniería eléctrica, la música lo fascina al igual que la física de los sonidos, nos habla de propagaciones tan particulares como el de la Oreja de Dionisio en el teatro de Siracusa en Italia, entra en diálogo con el profesor Agustín González y estudiantes de electrónica, quienes tienen dispuestos los osciloscopios y proyectan las ondas de diversos instrumentos (quenas, ocarinas, bajos, tiple), para que el auditorio presencie gráficamente el sonido, se ven sus diferencias y particularidades.
Para Jorge el Charagua es una gota de creación destilada en un gran alambique de la vida, que mezcla las cosas más diversas. Estudiantes de ingeniería química y ambiental, explican técnicamente la destilación, mientras Jorge realiza diversas analogías con este proceso y la creación, en la sala tienen montado un aparato que destila alcohol mientras se conversa todo esto, surge la diferencia entre aquellos alcoholes que, bebidos en su justa medida, acompañan una conversación, alegran y relajan (etanol) y aquellos otros que matan (metanol).
Un remolino se siente, te despeina, pero solo se manifiesta ante nuestros ojos cuando logra atrapar las hojas del otoño, la tierra de una cancha o los granos de arena de la playa. La presencia de Jorge resulto ser ese remolino que rompió la cotidianidad, esa del trabajo encerrado en el laboratorio, en las oficinas o en diálogos unidireccionales entre estudiantes de la misma carrera, el torbellino nos atrapo a todos y solo entonces pudimos ver la universidad.
Hoy logramos conectarnos, las distintas ciencias que componen la UTFSM dialogaron fértilmente, entre las caras de asombro y comentarios de los ayudantes que participaron de la actividad y el público asistente, todo aquello nos da luces de que el camino correcto está trazado, ese que no se limita estrictamente al programa de clases, ni a las obligaciones establecidas por un reglamento.
Para que existan más “Charaguas”, vamos a tener que generar más remolinos, y darnos más tiempo para instancias de reflexión como esta.
Muchas personas que han dejado huella se formaron en universidades Técnicas como la nuestra, Jorge es un ejemplo de ello, un recordatorio del desafío permanente de incorporar la potencia de nuestra formación en todas las áreas en que nos lleve la vida.
Equipo Muro/Galería.
Agradecemos a quienes colaboraron activamente en este evento
Ingeniería Química y Ambiental
Profesor Claudio Acuña
Apoyo académico Marcela Peña
Estudiante Tomas Olavarría
Estudiante María Vargas
Electrónica
Profesor Agustín González
Profesor Milan Derpich
Estudiante Guillermo Castro
Estudiante Rodrigo González