La humanidad ha llegado con misiones a Marte, misiones de USA, ESA, Rusia, China, Emiratos Árabes e India. También hemos chocado, tomado muestras y orbitado asteroides en remotas zonas de nuestro sistema solar. Hay que aceptar que para los humanos en este planeta la tecnología ha abierto la puerta a la exploración de nuestro espacio interplanetario cercano. La antigua pregunta de qué o de quienes era el oro de América en 1492 se puede repetir para un lugar multidimensional muchísimo más grande, más variado y evidentemente, más rico en recursos, que además hay que entender: no nos pertenece.
La respuesta a esa pregunta fundamental pasa por resolver conflictos entre naciones, conflictos éticos, religiosos y filosóficos. Para este autor sólo pensar que la inmensidad del espacio exterior pertenezca a la humanidad parece inadmisible o un acto de soberbia propia de nuestra familia sapiens-sapiens. Pero pasadas estas discusiones, la humanidad está yendo al espacio igual, en forma bastante desordenada competitiva y arrastrando algunas codicias ancestrales. El asunto de la minería espacial humana ya se ha iniciado con tomas de muestras, análisis espectrales, robots analistas. Faltan por supuesto, acuerdos legales muy complejos dadas las competencias, ambiciones y disponibilidad de tecnologías, que idealmente, debiesen estar al servicio de la humanidad en un utópico esfuerzo global conjunto.
Y aquí aparece Chile como nación, que hoy ocupa app el 0,2 % de la superficie terrestre y habitan en su territorio el 0,25 % de la población humana, nuestro papel en la comunidad humana terrícola es modesto y desde esa perspectiva debemos mirar, como país, el futuro de la “astrominería”. Asumido esto, resulta evidente que, para esta línea de procesos espaciales globales, Chile tiene algunas ventajas notables. Somos un país minero, sabemos sobre todo de minería subterránea y podemos aportar con conocimiento, lugares análogos y experiencia a la minería sublunar, sub marciana y asteroidal, puesto que todo indica hoy que, para seres humanos entrenados, sobrevivir tiempos largos en cuerpos radiados, sin campo magnético y escasa o nula atmosfera, la opción más evidente son la habitabilidad sub solar (sublunar o submarciana), y los hábitat espaciales con gravedad centrifuga.
Como parece evidente, dados los últimos y acelerados avances de la tecnología, más que humanos vivos y equipados, la astrominería se va a desarrollar con equipos robóticos capaces de tomar sus propias decisiones (dados los minutos y hasta horas de distancia para las comunicaciones) tanto en los patrones de búsqueda ¿qué minerales buscaremos en el espacio?, como en las formas de extracción y procesamiento. Aquí ya hay entonces asuntos en los que enfocarse como país, por ejemplo, sólo uno: la minería robótica subterránea con inteligencia artificial. Los robots, los algoritmos y las comunicaciones complejas desde el subsuelo, pueden ser desarrollados y probados en Chile en las profundidades de los emprendimientos mineros subterráneos nacionales, tenemos los lugares análogos, la mecánica, la electrónica y la informática de nuestras universidades que pueden enfocarse en estos desafíos.
Ya sean los objetivos cristales, tierras raras, elementos metálicos y no metálicos escasos en la Tierra y en las nuevas fronteras planetarias, la minería espacial debiese desarrollar los procesos de extracción y refinación en situaciones de baja gravedad, baja o nula presión, muchas veces sin agua y atmósferas no terrícolas. Desafíos en los cuales nuestras ingenierías y laboratorios universitarios también pueden aportar y mucho. Sin embargo, falta definir, construir y sostener laboratorios para aproximarnos a la Astro minería acá desde la Tierra y más aun desde Chile
La astro minería es un segmento importante del desarrollo espacial globalde la segunda mitad del siglo XXI.
Si durante el siglo XXII tendremos asentamientos lunares y planetarios, buena parte de esa minería será para abastecer las demandas de esos asentamientos (minería del agua, del oxígeno, combustibles, hidrógenio, materiales de construcción, tierras raras, metales y no metales), la humanidad se extenderá por el sistema solar y necesitará cada vez más recursos. Es de esperar que lo hagamos de algún modo sustentable y respetuoso, ¿legal?
Chile no está en estos momentos en la carrera de la cohetería, hay muchos países con lanzaderas accesibles (ESA, ROCOSMOS, SNSA CHINA, ISRRO INDIA, SPACE X, JAXA JAPÓN, Agencia Espacial de los Emiratos Árabes Unidos, ISA ISRAEL, entre otras) Chile hoy está tímidamente en la era de los satélites comprados o arrendados al exterior. Por dar una referencia local: Una empresa privada argentina ya tiene una constelación con 200 satélites de orbita baja.
Chile puede desarrollar y probar el hardware y los software para la robótica astro minera, agregando inteligencia artificial, modo de decisión autónoma, comunicación de data y procesos de análisis, extracción e incluso procesamiento a ser usados en la astrominería futura.
Imaginen un robot chileno capaz de acercarse a la base de los Montes Ellsworth en la zona polar de la Antártica, ser capaz de tomar una muestra, hacerle un análisis electroscópico, determinara contenidos y enviar la data a miles de kilómetros de distancia, aprovechando un satélite circumpolar. Podríamos iniciar también en Campos de Hielo o en algún remoto lugar subterráneo del norte minero. También lo podría hacer un robot submarino en el manto de los abismos, todos territorios extremos a los cuales tenemos acceso, pero aún no los robots.
En todos nuestros territorios análogos extremos es posible entrenar también a los seres humanos que lleguen a ser astromineros directamente o por control cercano de los equipos robóticos. ¿Qué vestirán, respirarán, beberán, comerán, etc. los astromineros?, pues bien, todo eso lo podemos ir desarrollando en Chile, ya hay experiencia de manejo robótico remoto en nuestra minería.
Mientras, el día de hoy más temprano que tarde, Chile debiese estar trabajando con ingeniería, ciencia y tecnología para proyectar su experiencia minera, entre otras, hacia la aventura espacial de la humanidad.
Msc. Ing. Pedro Serrano Rodríguez
Director Unidad de Arquitectura Extrema UTFSM
Socio de ACHIDE, Asociación Chilena del Espacio
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