La crisis que ya está – Columna profesor Pedro Serrano

Entre los años 70 y 80 del siglo pasado, evidencias científicas indicaban que las emisiones incrementales de dióxido de carbono, CO2, por las quemas de combustibles que requerían la revolución Industrial y sus máquinas de vapor, primero quemando leña, luego carbón mineral, hasta hoy quemando petróleo, estaban acumulando más CO2 atmosférico que aquel que los sistemas de absorción terrícola (vegetales terrestres y oceánicos) podían mantener en equilibrio. Esto significaba que aumentaba el efecto invernadero normal, lo que mantenía a la superficie planeta hace miles de años en una media de 14 °C, y provocaría un aumento paulatino de la temperatura lo que, amenazada con calentar el planeta, aumentando la evaporación, fundiendo hielos polares, glaciares etc. provocando un cambio climático global que podría ser catastrófico durante el siglo XXI.

Éramos jóvenes entonces, trabajábamos científicamente en las futuras energías alternativas como una posibilidad de bajar la emisión de carbono y sobre todo con soluciones pequeñas y descentralizadas ayudar a las comunidades más pobres de Chile, Latinoamérica y el Mundo (soñadores éramos) a enfrentar la pobreza de no acceder a las energías “convencionales” centralizadas y pagadas, que se vendían en un mercado inalcanzable. En publicaciones, en congresos, seminarios y simposios, éramos tratados como personajes raros, hasta desubicados. Las comunicaciones globales, dominadas por el poder del petróleo, iniciaron una campaña mundial para levantar la negación total a la idea del calentamiento global, eminentes científicos pusieron su nombre para certificar esta negación.

Estaba en 1998-1999 como ingeniero, trabajando para arquitectura USM en la zona polar de la antártica, cuando testigos de hielo (cilindros) extraídos hasta más de 1000 metros de profundidad con 4000 años de historia atmosférica en sus burbujas de aire, demostraron que el aire se había mantenido constante en sus gases hasta inicios de la revolución industrial, la evidencia anotaba que, desde entonces las emisiones de CO2 antropogénico habían subido año a año exponencialmente, cosa que ocurría de modo paralelo al crecimiento de la población planetaria, de 1000 millones de individuos en 1860 a los 8000 en 2024. Ambas constataciones nos dieron la razón, pero recién, en el segundo decenio del siglo XXI, ya quedan pocos países que niegan el hecho del calentamiento global, cuyo principal impacto ha sido un vertiginoso y desastroso cambio del clima.

Estos años en todo el planeta se mide el derretimiento de los hielos en el Ártico en Groenlandia y en la Antártica, retroceden los glaciares de los Andes, los Alpes, el Himalaya y se funde el permafrost siberiano, aumentan las evaporaciones de los océanos, provocando en algunas regiones lluvias intensas en muy poco tiempo, en otras largas sequias, los océanos en subida, ya invaden muchas ciudades costeras y hunden islas, los huracanes, ciclones, tornados, trombas, marejadas y tormentas, han aumentado su ritmo de ocurrencias e intensidad, provocando desastres en todos los continentes, con cuantiosas pérdidas humanas y de infraestructuras, las temperatura media del planeta pasó los 14,5° en el año 2000 y el 2024 supera ya los 15°C. Agregado esto a la percepción de una sexta extinción masiva en curso por perdidas de animales y vegetales. El panorama mostrado así parece apocalíptico, pero no sólo parece, ya es. La crisis la tienen, cual más cual menos, todos los países del planeta.

Si entre otros, este 2024 sumamos los grandes incendios en el Amazonas, paraguayo, boliviano, brasileño, peruano, ecuatoriano y colombiano, los ya ocurridos en Chile y Argentina, solo por referirnos a nuestro vecindario, resulta que ya hemos traspasado el límite del no retorno en las emisiones de dióxido de carbono y la extensión de especies animales y vegetales, con un impacto económico, ambiental, humano y social que ya no será recuperable. Demás está decir que, el exceso de carbono atmosférico que hoy provoca la crisis climática, lo emitimos en decenios anteriores y que, lo que emitimos hoy, impactará a nuestros hijos, nietos y bisnietos. Por eso es interesante destacar que la humanidad pasó el punto de no retorno. Que la crisis ya está y habrá que luchar con ella.

En Arquitectura, sobre todo en el diseño de las ciudades, el asunto se puede ver así: Nuestras escuelas locales (Valparaíso), fundadas antes del 2000, tenían que enfrentarse al diseño de viviendas ciudades, hospitales, escuelas, crecimiento urbano, para un mundo con 6000 millones de seres humanos y sin calentamiento global tangible, con maestros educados a la mitad de siglo XX con 4000 millones de demandantes. Cuyos ejemplos de pre y post II guerra mundial, no pudieron jamás imaginar lo que vendría hoy. Con 1000 millones de seres humanos más naciendo cada menos de 10 años, con la rapidez con que avanza y cambia la tecnología, las comunicaciones y el procesamiento de datos. Con la IA también predicha en los 70 en pleno auge y desarrollo. Precisamente una IA bien aplicada que ayudaría a enfrentar lo que la crisis global ya ha desatado.

Ya no es un asunto de cada país, es una cuestión global, el mapa lo dibujamos nosotros, pero el calentamiento y sus consecuencias no reconoce fronteras políticas. Varios presidentes lo dijeron estas semanas en Naciones Unidas, más allá de la guerras, esta crisis no tiene ya solución, la enfrentamos todos juntos para paliar sus efectos o la humanidad está en un muy serio peligro.

Msc. Ing. Pedro Serrano Rodríguez
Académico e investigador del Departamento de Arquitectura y director de la Unidad de Arquitectura Extrema de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM). También es Socio de la Asociación Chilena del Espacio (ACHIDE), Fundador y presidente del Directorio Fundación TERRAM para el Desarrollo Sustentable, Fellow de Ashoka y Socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso.
Septiembre2024


* Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten, y no representan necesariamente el pensamiento del Departamento y la Universidad.

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María Cirano

Chile 🇨🇱
Arquitecta y Fotógrafa

El Ingeniero Comercial USM realizó un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci.

Andy Carreño, Ingeniero Comercial de la Universidad Técnica Federico Santa María conoció a su actual señora -de nacionalidad francesa- en nuestra Casa de Estudios. Por ello, decidió emigrar a Francia, donde estudió un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci. Cabe destacar, que en su época universitaria realizó una pasantía en La Bocconi, universidad ubicada en Milán.

Andy el 2016 decidiste comenzar una nueva vida en Francia, ¿cómo surgió esta idea y por qué en aquel país?

“En mi época universitaria me fui de intercambio a La Bocconi, universidad ubicada en Milán. Me enamoré de Europa y siempre quise volver. Además, conocí a mi actual señora francesa quien se encontraba de pasantía en la Universidad Técnica Federico Santa María.

Luego de finalizar mis estudios, decidí emigrar a Francia para estar con ella. No obstante, la gran dificultad de este cambio de vida ha sido el idioma aunque éste ha mejorado año tras año. Cursé una formación intensiva para aprender francés y posteriormente trabajé en una start up lo que me permitió obtener un mejor nivel escrito y oral de la lengua. Además, realicé un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci.

Vivir en el extranjero ha sido una gran experiencia. Me reúno con una comunidad de chilenos para eventos claves, como lo son las Fiestas Patrias. También, los franceses me han acogido muy bien en los trabajos y han sido empáticos con mi llegada”.

Volviendo al pasado, ¿por qué decidiste estudiar en la Universidad Técnica Federico Santa María? ¿qué valoras de ser un exalumno de nuestra Casa de Estudios?

“Nací en Valparaíso y gran parte de mi familia estudió en la Universidad Técnica Federico Santa María. Por ello, decidí ingresar a dicha Casa de Estudios. Su prestigio e historia, la hace aún más única.

Por otra parte, me siento orgullo de ser parte de la comunidad sansana. He visto bastantes reportajes de exalumnos y de académicos que se destacan en un área en particular. Tengo excelentes recuerdos y lo que más me fascina es la infraestructura del edificio emblemático del Campus Casa Central Valparaíso.

La USM me entregó una formación sólida que nos lleva a ser excelentes profesionales, donde encontramos soluciones a todos los problemas. Además, contamos con una tremenda capacidad de adaptación”.

Por otra parte, estudiaste un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci ¿cómo calificarías dicha experiencia?

“Fue una gran experiencia estudiar un MBA en Francia, donde mi objetivo fue conocer las finanzas internacionales y francesa. Allí conocí muchas personas de múltiples culturas e hice grandes contactos”.

 

Finalmente, ¿cómo te ves de acá a cinco años más? ¿cuáles son tus proyecciones profesionales?

“Me gustaría relacionarme más con la agricultura francesa. Además, mi proyecto a mediano plazo es ser asesor financiero de dicha industria en este país”.