La inteligencia artificial y las artes: el significado de las obras es solo para quienes las perciben – Columna Pedro Serrano

Valparaíso obtuvo la denominación de “Ciudad de la Música” ante la UNESCO el 31 de octubre de 2019. La ciudad es también el centro administrativo nacional de la Cultura y las Artes, con varios centros formativos de alto nivel para las artes. También tiene centros formativos para la informática y la computación. Como ciudad universitaria es muy probable que desarrolle estos nuevos nichos del conocimiento y la creatividad para Chile y América. En este contexto, el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial (IA) se va a cruzar con la cultura y las artes de un modo constructivo sobre el cual es posible especular un futuro esplendor para la ciudad en el contexto global.

Las IA tienen décadas de desarrollo y fueron espectacularmente especuladas por Isaac Asimov [1]. Fue profesor de bioquímica y genial escritor de ficción. En 1942 formuló las tres leyes de la robótica (importante, pues puso límites en la ficción, lo que hoy le falta a las IA), y gracias a su ficción de los circuitos positrónicos, dotó a muchas de sus creaciones robóticas y computacionales de Inteligencia Artificial.

Según Wikipedia, un ya viejo compilador inteligente de significados:

“ la inteligencia artificial  en el contexto de las ciencias de la computación, es una disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilan información.”

Por otro lado, nada más bioquímico y bioelectrónico que la inteligencia humana. De acuerdo con lo que sabemos (solo un poco), la inteligencia de cada humano radica físicamente en un cerebro conectado corporalmente a una compleja red de transductores que lo vinculan electroquímicamente a estímulos de su contexto exterior y también a su estado interior. Es así que tenemos sensores distribuidos para la presión, el dolor, los olores, las feromonas, las cosquillas, la luz, el color, el volumen, las distancias, falsas imágenes 3D construidas estereoscópicamente, el equilibrio, los sonidos, la presión atmosférica, partículas aromáticas, el frio, el calor, el hambre, la sed, el asco, las cefaleas, la saciedad, y tantas otras, (los cinco sentidos decimonónicos ya murieron). Estos van introduciendo percepciones multi-simultáneas -“data” le dicen-, que nos permiten aprender permanentemente, interrelacionar, construir día a día conceptos, desde la concepción a la vejez, generando así lo que llamamos inteligencia, que es un asunto de construcción progresiva de cada uno. Que está además asociada al lenguaje, las palabras que aprendemos y su significado aprendido.

Así mismo, con mucho menos insumos (las IA de hoy todavía no huelen, no les duele ni tienen cosquillas) funcionan las máquinas de aprender digitales o “learning machines” que van construyendo las inteligencias artificiales, IA, que hoy en día están en boga.

Así como ninguna IA es igual a otra, ninguna IBN (inteligencia biológica natural) es igual a otra. Eso por supuesto dependerá de la cantidad y calidad de la data que se vaya adquiriendo y las complejidad y habilidad de proceso de cada mente. Por esa razón la inteligencia de ningún humano es igual a otra. También hay que admitir que todas y todos nacemos más bien imbéciles o faltos o escasos de inteligencia, pero con un potencial infinito para mejorar la inteligencia durante la vida.

Aquí el potencial se verá aprovechado o desperdiciado de acuerdo con las circunstancias: el ambiente, la alimentación, los estímulos, la genética, el lenguaje, las enfermedades, y sobre todo, por la educación propia de cada circunstancia cultural. De aquí surgen sistemas educativos que durante la historia han sido más bien siniestros, clasistas, segregados, proselitistas y etc. Todo menos estímulos para desarrollar inteligencias complejas.

Cada cerebro humano sano nace con más de ochenta mil millones de neuronas, cada una con un axón que la alimenta y la posibilidad de desarrollar más de mil conexiones o dendritas cada una con otras neuronas o sistemas neuronales. La cantidad de neuronas “ocupadas”, conectadas a otras, dependerá de la cantidad de data que perciba ese cerebro. Hoy se sabe que la fase de mayor desarrollo y acelerado crecimiento de la red neuronal conectada se da hasta los 3 años de vida y que, después de esto, una parte de las neuronas que no se usaron el cuerpo las desecha…y el resto de la vida seguiremos haciendo miles de conexiones. Importan más la cantidad de conexiones que la cantidad de neuronas.

Nuestra civilización ha perfeccionado una curiosidad del reino animal, lo que llamamos “las artes”, un concepto bien difícil de definir (no creo que exclusivamente humano) donde aparecen las “obras” que construyen cultura (musicales, gastronómicas, visuales, escultóricas, olfativas, graficas, literarias, representativas, jardinerías, diseños etc.). El ser humano no puede “crear” nada que previamente no tenga sus componentes aprendidos por su cerebro. Por lo mismo un cerebro sin data difícilmente puede “crear” arte. Pongo “Crear” entre comillas porque en nuestra lengua crear significa sacar algo nuevo de la nada y eso es más bien mágico o teológico. En realidad, el cerebro humano reordena, relaciona y toma elementos que exclusivamente están en su cerebro y los vierte hacia herramientas que le permiten vaciar expresivamente esas ideas. El resultado suele ser algo nuevo: puede ser original, armónico, bello, repulsivo, un pastiche, inarmónico, que busca la interpretación de otros. Especulo yo, que de formación ingeniero electrónico, en mi temperamento artístico me he dedicado al dibujo, la ilustración de libros, los comics, la pintura, los inventos agronómicos, arquitectónicos y solares, la música, las letras, libros, historias, poesías, cuentos y mezclas de todas esas cosas.

Confieso, además, que siempre los resultados me sorprenden a mí mismo, generando nueva data para mi cerebro, consciente, además, que no salió de la nada.

Imagen de Valparaíso generada con leonardo.ai
Imagen de Valparaíso generada con leonardo.ai

Ahora lo interesante es que el impacto en los demás entes que perciben esas obras es de lo más variado y, por supuesto, suelen coincidir escasamente con mis propias percepciones de mi propia “obra”. La palabra que resume esto es la “subjetividad”: la entidad que percibe filtra todo por sus sentimientos, y los sentimientos son misterios propios de cada perceptor.

De allí que las IA, con toda la data adquirida, relacionada, sumada y organizada, en efecto pueden generar “Obras de arte” y verterlas en sus herramientas de expresión: una pantalla de pixeles, texto, forma, color, impresora 2-D, 3-D, instrumentos musicales electrónicos, sintetizadores, brazos robóticos con herramientas de esculpir, pinceles etc. etc. A más información adquirida, las IA hoy en día generan obras de arte bajo el control humano. Pero muy pronto las IA podrán generarlas autónomamente, copiando, sumando, cambiando estilos, siguiendo reglas, si es que se las cargamos, o generando sus propias reglas.

Como sea que se generen las obras, ya sea por IBN o las IA, su impacto, interpretación y sentido dependerán no de las IBN o IA si no que del perceptor y su propio arsenal de data conjugada en su cerebro.

Valparaíso, ciudad universitaria, capital de la música, las artes y la informática tienen un gran futuro en esta nueva y siempre controvertida actividad, que ya no será netamente humana, si no que experimentará evoluciones con inteligencias biológicas y artificiales en un mundo donde la transdisciplina puede lograr cosas hoy increíbles.


[1] Isaak Yúdovich Ozímov-Petróvichi, originario de Rusia, 20 de diciembre de 1919 / 2 de enero de 1920-Nueva York, Estados Unidos.

Fuente original: Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso

* Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten, y no representan necesariamente el pensamiento del Departamento y la Universidad.

Compartir en:

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print

Noticias Relacionadas

Eventos

Calendario de Eventos

L Lun

M Mar

X Mié

J Jue

V Vie

S Sáb

D Dom

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

0 eventos,

Picture of María Cirano

María Cirano

Chile 🇨🇱
Arquitecta y Fotógrafa

El Ingeniero Comercial USM realizó un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci.

Andy Carreño, Ingeniero Comercial de la Universidad Técnica Federico Santa María conoció a su actual señora -de nacionalidad francesa- en nuestra Casa de Estudios. Por ello, decidió emigrar a Francia, donde estudió un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci. Cabe destacar, que en su época universitaria realizó una pasantía en La Bocconi, universidad ubicada en Milán.

Andy el 2016 decidiste comenzar una nueva vida en Francia, ¿cómo surgió esta idea y por qué en aquel país?

“En mi época universitaria me fui de intercambio a La Bocconi, universidad ubicada en Milán. Me enamoré de Europa y siempre quise volver. Además, conocí a mi actual señora francesa quien se encontraba de pasantía en la Universidad Técnica Federico Santa María.

Luego de finalizar mis estudios, decidí emigrar a Francia para estar con ella. No obstante, la gran dificultad de este cambio de vida ha sido el idioma aunque éste ha mejorado año tras año. Cursé una formación intensiva para aprender francés y posteriormente trabajé en una start up lo que me permitió obtener un mejor nivel escrito y oral de la lengua. Además, realicé un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci.

Vivir en el extranjero ha sido una gran experiencia. Me reúno con una comunidad de chilenos para eventos claves, como lo son las Fiestas Patrias. También, los franceses me han acogido muy bien en los trabajos y han sido empáticos con mi llegada”.

Volviendo al pasado, ¿por qué decidiste estudiar en la Universidad Técnica Federico Santa María? ¿qué valoras de ser un exalumno de nuestra Casa de Estudios?

“Nací en Valparaíso y gran parte de mi familia estudió en la Universidad Técnica Federico Santa María. Por ello, decidí ingresar a dicha Casa de Estudios. Su prestigio e historia, la hace aún más única.

Por otra parte, me siento orgullo de ser parte de la comunidad sansana. He visto bastantes reportajes de exalumnos y de académicos que se destacan en un área en particular. Tengo excelentes recuerdos y lo que más me fascina es la infraestructura del edificio emblemático del Campus Casa Central Valparaíso.

La USM me entregó una formación sólida que nos lleva a ser excelentes profesionales, donde encontramos soluciones a todos los problemas. Además, contamos con una tremenda capacidad de adaptación”.

Por otra parte, estudiaste un MBA en Control de Gestión en el Institut Léonard de Vinci ¿cómo calificarías dicha experiencia?

“Fue una gran experiencia estudiar un MBA en Francia, donde mi objetivo fue conocer las finanzas internacionales y francesa. Allí conocí muchas personas de múltiples culturas e hice grandes contactos”.

 

Finalmente, ¿cómo te ves de acá a cinco años más? ¿cuáles son tus proyecciones profesionales?

“Me gustaría relacionarme más con la agricultura francesa. Además, mi proyecto a mediano plazo es ser asesor financiero de dicha industria en este país”.